Si la vida es un viaje, entonces la felicidad tiene dos paradas.
La primera es la de una existencia simple, sin inquietudes, sin ambición; cercana al aturdimiento. Si no te bajas en ese apeadero, el siguiente es el de la de la sabiduría, pero está tan lejos y se hace tan incómodo el trayecto que casi todos nos quedamos por el camino, en estaciones intermedias, criticando a los que se bajaron demasiado pronto con el mismo afán que a los que siguen empecinados con el infame traqueteo.
Y mientras, en los andenes, llenos de purita envidia, charlamos con otros viajeros y mantenemos con ellos conversaciones pretenciosas: ¡Qué bonito el paisaje! ¡Buen momento de llegar! ¡Qué suerte tuve al encontrarte!
Pero, de tanto en tanto, notamos como los ojos se nos llenan de carbonilla.
Este pensamiento tuyo, Qwerty, me recuerda a una escena muy bonita de la película “El Mejor”, en la que Robert Redford da vida a Roy Hobbs, un extraordinario jugador de beisbol con una vida llena de “strikes”, “home-runs” y mala suerte (aunque al final se arregla un poco la cosa, todo hay que decirlo).
ResponderEliminarEn un momento determinado, su novia (Glenn Close) dice algo como esto: “Nuestra vida tiene dos partes: Una en la que aprendemos, y otra en la que vivimos con lo aprendido”.
Ella, en la peli, nunca pisó un andén de los de “ni chicha ni limoná”. Me gusta ese personaje.
Un abrazo
El símil del tren y las estaciones es muy real, pero para mi nos subimos y bajamos del tren en busca de la felicidad según estamos de ánimo y fuerzas. En esos andenes y en esos trenes nos encontramos con nuevos personajes o acompañamos a los que viajan por la vida con nosotros. Y algunas veces, sin desearlo, perdemos algún tren o dejamos a alguien en el anden para siempre...
ResponderEliminarGran película, Ocelote. Me gustó cómo cuenta la parte de victoria que tienen las derrotas (y viceversa)
ResponderEliminarTienes razón anónimo. Las decisiones de bajarse o subir nunca han de ser definitivas.
Por alguna razón que desconozco (supongo que cobardía) no me gusta analizar el por qué decidir apearme en determinadas estaciones. Y lo peor: por qué otra razón ´dejé (y dejo pasar) algunos trenes. Aysss...
ResponderEliminarQue bueno eres, leñe...