domingo, 25 de septiembre de 2011

A ciegas


Así, gracias, no me agarre por favor, déjeme a mí tomar su brazo caballero. Muy amable, eso es. ¿Que por qué he sabido que usted es un señor? Muy fácil, es por la colonia: Verá, los ciegos desarrollamos mucho las capacidades en los sentidos que nos restan y ese aroma… no sé, me es familiar, es una fragancia varonil y antigua, como de madera, tengo la marca en la punta de la lengua, ya me acordaré. No se moleste pero no me agrada, vaya a saber el motivo: los viejos decimos siempre la verdad aunque sea inoportuna, es nuestro único patrimonio. Ese y el de la pensión. Precisamente voy al banco a cobrar, es por eso que necesito cruzar La Castellana. En otras calles me arreglo solo pero esta son palabras mayores, una locura, tres avenidas en una, con sus correspondientes semáforos…

Ay, esa colonia. Los recuerdos van y vienen. A mi edad son esquivos los recuerdos pero qué poco puede escapar uno de ellos, siempre nos andan esperando, una y otra vez. Yo ahora sólo grabo en la memoria sonidos y olores pero no siempre fue de ese modo. Tengo también imágenes de antes de perder la vista. Caras, mi casa, las manos de mi novia, cosas así. Fue a los veintitantos, a causa de los golpes que me dieron en la DGS. Me hicieron la bolsa, la bañera… y una buena paliza, me zurraron de lo lindo y todo por una bobada… No, no. Suelte, ya digo que no hace falta que me agarre.
Por una tontuna, le decía, por conocer a gente del “partido”, entonces lo llamábamos así, ya ve. Parece ser que el cerebro tiene como habitaciones y a mí me rompieron el cuarto que aloja la visión. "Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios que, con magnífica ironía, me dio a la vez los libros y la noche". Me gusta recitar. Eso es de Borges. ¿Le gusta a usted Borges? Yo le leía mucho de joven. Pero para ironía, el que la última cara que recuerde sea la del comisario que me abrió la cabeza, con su bigotito muy de la época, con su voz y sus preguntas. Eso y cómo olía… El olor…

Lucky, por fin me acordé, así se llama esa colonia. Creí que ya no se hacía: Lucky for men. Como la de él. Igualita igualita a la que lleva usted, pero suelte, no tan fuerte.

Pare. Me hace daño, por favor suélteme, me está usted haciendo muchísimo daño.