lunes, 3 de enero de 2011

La plaga

(Imagen: Max Sauco)

Fausto nació perverso, guapo como el demonio y haciéndose presente con berreos inútiles que nunca pudo intercambiar por consuelos, así que aprendió enseguida como sacarle partido a cada esfuerzo. Creció sin madre y con un padre que se buscaba la vida mientras se perdía las ajenas, incluida la de su molestia hecha hijo. De este modo, la prenda cambió enseguida el colegio por la calle con la ventaja de su inteligencia, su abandono y el encanto de chico apuesto que subrayaba con esos ojos azul mate que, ya por aquel entonces, te miraban a navaja.

A los nueve descuadraba las cuentas al encargado de los billares y a los doce recién cumplidos distraía carteras en el tranvía y por la Plaza Mayor y se las entregaba sin billetes a los guardias y a los transeúntes a cambio de una propina suplicada con ese gesto inocente que es sólo patrimonio de los niños pobres. En los cincuenta -ya adolescente- se acopló por la calle de la Victoria, revendiendo papel en San Isidro y aprendiendo a tasar como nadie según cartel, sabiendo de los tendidos en los que antes se amansa la sombra. Fue un reventa de los de ley, de esos que, si jabonan, nunca ponen las entradas a precio y que se comen seis filas vacías si es menester antes que cederle el paso a la deshonra. Luego vino el güisqui, el tabaco y el material de liturgia proveniente de peristas en iglesias de pueblo comandadas por párrocos con tanta ambición como incultura: todo lo que se tiene al alcance tiene precio, todo se vende, en todo hay beneficio si no se tiene miedo.

A esas alturas, tenía una docena larga de chicas por Desengaño y Gran Vía que se morían por verle un gesto de barbilla y una sonrisa. Se quedó con las de pelo claro y gen propicio y les adentraba una herramienta descomunal, caliente y dura como metal de fragua con tal tino que cada espasmo era una imposición a plazo de nueve meses, con el rédito de un querube rubiasco y hermoso que, por trescientos del ala, colocaba a las familias pudientes que no podían engendrar. A cien mil el kilo de llorón, sobre poco más o menos. El Fausto amparaba su trapicheo argumentando que devolvía el pan a quien sí tenía dientes, en una especie de acto de justicia. Justicia pagada eso sí, que, al fin el bisnes es el bisnes. Y a las jebas que le hacían de vivero, cuarenta semanas fuera de la calle a cuerpo reina, diez papeles por las molestias y tos contentos, de modo que la semilla indecente se fue propagando por los barrios bien como reguero de pólvora.

Al Fausto muerto se le encontró sin costuras y con la sangre por fuera en una bocacalle de Mesón de Paredes el día de Año Nuevo del sesenta y seis. Nada más hizo la policía desconcertada sino informar del deceso del ciudadano Fausto Molero García y archivar el papeleo. Al sereno que lo encontró, le borraron de la declaración el detalle de unas huellas como de chivo o de cabra alrededor de la masacre del cuerpo vacío, por no alimentar la leyenda.

Y al poco, cada familia plín que compró el producto tuvo su parte alícuota de la plaga, observando con aprensión al heredero, tan malo siendo tan guapo y teniéndolo todo en la vida, mientras el rorro se las apaña para desviar la vista hacia otro lado con unos ojos azul mate donde se empieza ya a atisbar un mirar agudo que tiene el mismísimo son de una navaja afilada.

9 comentarios:

  1. Como pasaba por aquí cuando faltaba ese minuto, pues me dije, "me queo, ea", a ver que nos cuenta el amigo "teclado", jejej.

    Me encantó, oye, nunca me defraudas.
    Fíjate, que no sé por qué razón, yo le veo rima al relato. Me recuerda aquellos largos cantares en rima par que contaban las andanzas de algún gitano andaluz de navaja afilada.

    Feliz Año, amigo.
    Un abrazo.

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  2. Anónimo20:58

    Feliz año. amiga.

    Yo, como pasabas por aquí a falta de ese minuto que fueron tres (o cuatro), me quedé por ver si me hablabas.

    Gracias Sinu. Es que la prosa tiene que tener ritmillo o, al menos yo lo veo así.

    Fdo: El amigo teclado.

    "Qwerty deslogado"

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  3. JMC512:58

    Leyendo despacio y con atención se disfruta de cada juego en cada frase. No sé lo que habrás tardado en hilar tan fino tantos similes, giros y recursos, pero desde luego lo has bordado.
    Y en este también hay una cierta ... recursividad !!!
    Me quedo siempre con ganas de más.
    Gracias Mister Qwerty.
    Paso a recomendar a amigos lectores (que por desgracia cada vez hay menos....)

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  4. ¿jabonan?
    ¿De dónde viene?
    Siempre me han gustado las crónicas sobre triunfadores.
    Gracias

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  5. Almunia14:22

    Inquietante, Querty, y muy bien escrito. Suscribo a JMC5; me ha sabido a poco...me parece que esta historia daría para escribir una novela, o al menos un relato más largo...A parte de ello, me encanta porque reconozco palabras y giros que me son muy familiares: jabonar, jeba...Ya era hora de que nos regalases uno más de tus escritos...espero ansiosa el siguiente...

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  6. gracias por la interconexión.
    en mi caso:
    para leer ¿ficción?

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  7. Anónimo14:39

    ¿Te abandonaron las musas o no te apetece dejarlas aquí?
    Voto por lo segundo

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  8. Ayer, mientras la suerte, que a mí me era esquiva, se coaligaba contigo, recordé que no había visitado esta entrada.

    Tres meses son muchos meses, si se trata de no poder leerte algo por aquí.

    Un abrazo

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  9. Gracias atrasadísimas. No tengo una buena excusa así que no ofreceré ninguna :)

    Las escasas musas han estado ayudándome en otros empeños que tienen que ver con la literatura sólo colateralmente.

    Muufi:
    "Jabonar": En argot, perder dinero en un negocio o empresa.

    Sendos besos y muchas gracias de nuevo.

    (me gusta "sendos")

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