martes, 30 de agosto de 2011

Las tres ventanas de Basilius Krupp


Imagen: Max Saúco.


«Cuando estoy en Internet, la vida real no es más que otra ventana y no necesariamente la mejor que tengo».
Doug, estudiante de empresariales.


1955. Lagartijas.

La puesta en escena siempre es importante. Por eso, el comandante Heinrich Krupp limpia su arma con cuidado. Se podría decir que emplea en esa actividad un interés algo afectado, al que se acostumbró en esos lejanos tiempos –heroicos y gloriosos- en que estrenó esa misma Luger reluciente, cuando su tambor aún no había escupido tantas muertes necesarias. Luego oficia la ceremonia de vestirse el uniforme, el mismo que siempre se negó a esconder o abandonar, el que le acompañó por media Europa bien doblado e inmaculadamente limpio. Al final le llega el turno a las condecoraciones, que impone de una en una con el fervor de cada recuerdo al que se asocian.

Cuando todo está listo llama al pequeño Basilius, que deja escapar con disgusto una lagartija a medio desollar. El comandante, con solemne seriedad, habla en alemán a su hijo antes de colocar la boca del arma pegada al paladar.
-Basilius, mírame. Tanta belleza hay en la muerte como en la vida, aprende a despreciar por igual ambos tránsitos. Mírame y corre, Basilius, corre. No me recuerdes, se libre, que nunca te ate ninguna pesadumbre. Mira de frente al dolor y vete.

Basilius desobedece a su padre por primera vez y no corre, sino que permanece quieto aún unas horas ante el cadáver, en atento silencio. El ruido brutal, el escenario, distinto y horrible en tan pocos segundos, el eco perdido de la voz de un muerto… Está lleno de curiosidad.
Luego se va.

Sin dar aviso a nadie. Sin apresurarse.


1988.-Batas blancas.

1988 no fue, decididamente, un buen año para Basilius Krupp. Fue el tiempo en el que aparecieron las batas blancas y las preguntas, los test y los informes periciales, una humillación que su padre jamás hubiera consentido para sí y que incubó en su alma el germen del odio y la venganza con mayor fuerza que las correas o los brazos de los celadores. Fue también el tiempo en el que comprendió definitivamente una verdad que se adhirió a su ser del mismo modo indisoluble que el olor de la celda o sus ropas ásperas y ajenas, la época en la que aprendió para siempre que en la mirada de aquellos hombres no había desprecio, odio ni compasión, sino el miedo inconcebible de ver en él el reflejo de sus propias debilidades, ese saberse iguales; la aterradora certeza de que sólo les diferenciaba el comportamiento y no la intención, que dentro de cada individuo palpita ese mismo monstruo al que ellos interrogaban, impostando una falsa profesionalidad y fingiendo una distancia inexistente: La morada del cobarde. Que todos ellos, en definitiva, hubieran querido ser y sentirse Basilius Krupp.
Aunque sólo fuera por un instante.

2010.- Chat-Room.

Dedos huesudos teclean con rapidez. Son ya los dedos de un anciano. Cada una de las salas que visita Basilius se convierte en un tablero de ajedrez, en una suerte de acertijo social. Por eso dejó los chats de jóvenes, demasiado evidentes, demasiado fáciles de resolver, para buscar los complejos entramados de los chats temáticos de adultos, donde se emboscan los mismos intereses de siempre (ser reconocidos, comunicarse, seducir), bajo la endeble excusa de los intereses compartidos.
Al ingresar en uno, comienza por observar, no participa apenas. Así, pronto se hace un plano general bastante fiable, que después perfila y disecciona con el bisturí de su desmedida inteligencia. Al poco tiempo, ya sabe quién es quién: el que miente o el que presume, el que busca consuelo. Quién gusta a cual; dónde está el troll y dónde su víctima.
Ha descubierto, todavía a tiempo, el ámbito óptimo para sus travesuras.
Cuando decide a quién va a matar –pues tanta belleza hay en la vida como en la muerte y es preciso despreciar por igual ambos tránsitos- pasa a la acción. Conoce ya de sobra el proceso: de la sala al privado, de ahí al Messenger, luego la foto, falsa desde luego. De ahí, a la cita.

Y llega el momento. Utiliza otra IP y entra:

Click on Guest4387 to change your name.

Esta vez ha elegido un nombre propicio.
Bad dice: Hola, soy nuevo. ¿Alguien k quiera hablar?

Sabe con certeza que, esta vez, la lagartija no le quedará a medio desollar.

9 comentarios:

  1. uahh, primero me ha parecido un paseo helado de violencia

    luego he pensado en una especie de dolor masti
    cable (ese dolor tipo chicle, que está siempre en la boca auqnue no sepa a nada)

    luego he pensado que lo has escrito genial, al niño, porque sigue siendo niño cuando teclea con sus dedos huesudos (me sobran las dos frases del sin)

    y también he tenido que pensar en un puzle,

    y en un milhojas.

    Y sigo pensando. Qué bien has hecho lo de concentrar tantas cosas en tres ventanucas de nada..

    es un milhojas, sí.

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  2. Hacía tiempo que no entraba... ¡qué gozada!

    Besos

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  3. Hola Lavinia.

    Claro. Y ¿Quién no sigue siendo un niño siempre?
    (Es un milhojas, sí).

    Cé, pues gracias por hacerlo, sabes que me hace ilusión.

    Besos a ambas.

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  4. Anónimo3:06

    Vaya parlamento que le has dado al pobre Heirich (¡Tarea díficil con el cañón de la Luguer en su paladar!!!) jijiji
    He disfrutado cumpliendo la deuda de pasearme por tu talento y amistad.
    Abrazo, Campeón!!!
    C

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  5. No me dirás nada nuevo. LEO PÉSIMO!!! jijiji

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  6. ¡Qué alegría!

    Nada menos que "Míster C". ¿Viejo, cómo estás? Me acuerdo mucho de tí, de todos.

    (Y sí: lees como el orto, la Luger se la puso luego de hablar)

    Un abrazo enorme.

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  7. Anónimo12:14

    Es alucinante que seas capaz de escribir cosas tan distintas. Entre la entrada anterior y esta hay un mundo. Imagino entonces que "tu vivo retrato, tu explicación y tu esencia" está en tan distintos intereses.(Bonito retrato, por cierto)
    ¿Podríamos saber más cosas de Bad?
    Willows

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  8. ¡Vaya cantidad de cambios!, una desaparece un mes (¿o dos?) y vaya nivel que se encuentra..., ¡fiuuuu! Merece la pena desaparecer para encontrarse con joyas como ésta.
    Creo que Lavinia lo expresó divinamente, me sumo a sus palabras al 100%. Me asombra lo bien que describes el lado oscuro del personaje, de forma tan sutil, con las palabras justas para para que los lectores completemos la historia, sobre todo al macabro personaje. Y tan bien hilado..., con sus "causas de necesidad" bien redondeadas.
    ¡Excelente!
    Eres un ESCRITORAZO (ahora con rostro... muy serio, jejeje)
    Un abrazo.

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  9. Hola Willows, siempre me agrada mucho verte por aquí. Sí es verdad, me gusta ser disperso en los intereses, será que soy géminis :)
    Prometo contar más cosas de Bad. De hecho, el bueno de Basilius ronda a menudo por mi cabeza pidiéndome más cancha.

    Celsa no tengo palabras, muchísimas gracias. Creo que estoy tan serio porque no se qué decir. Eres una de las personas que más me impulsa a continuar perpetrando relatos, así que dejo otro en un minuto (o dos)

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